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Paseando por la plazuela de La Alameda, nos detuvimos a contemplar el busto de nuestro héroe máximo, obra del escultor René Pereyra Salas, viendo como entre el bucólico paisaje se enaltecía la figura del héroe de la Independencia, tal como reza la triste lápida que ostenta el pedestal en uno de sus flancos: “Fundador de le
Independencia
Era el epitafio que identificaba una tumba casi anónima en el cementerio Presbítero Maestro en Lima y que rescatada tras el traslado de los restos de Juan Basilio a la Cripta de los Héroes fue a parar en el busto que perenniza su memoria en el pueblo que lo vió nacer. Nació, pues, Juan Basilio Cortegana y Vergara el año de 1801 en la población que sólo un año más tarde tomaría el nombre de Villa Amalia de Celendín. Fueron sus padres don Dionisio Cortegana y doña María Vergara, personas acomodadas que deseaban para el futuro héroe la vía sacerdotal vista sus cualidades intelectuales que lo destacaban en la escuela que regentaba el clérigo don José Cabello. Pero, a veces, el hombre es una respuesta a las circunstancias, al ambiente ideológico y al momento histórico que le toca vivir y en la América Española durante las dos primeras décadas del S. XIX, un hondo sentimiento sacudía las conciencias. El sentimiento de Patria Independiente prendió en los corazones de los españoles americanos y Juan Basilio Cortegana supo escuchar esa voz y después de un breve paso por el Ejército realista se siente ganado por la causa de la Patria, participando en la Jura de Libertad en la ciudad de Trujillo organizada por Torre Tagle y se pone al servicio del general José de San Martín en Huaura. Formando parte de la famosa LEGION PERUANA DE LA GUARDIA que tantos actos de heroísmo protagonizó en los anales de la emancipación con el grado de Teniente. Con ese grado participa en las batallas de
Junín y Ayacucho a las órdenes de La Mar y del
coronel José María Plaza, ascendiendo al grado de
Capitán, hecho que años describiría en su aún
inédita “Historia del Perú”.
Ese fue el golpe brutal e inesperado que truncaría su carrera. Un año después, en 1842, Juan Basilio postula a una senaduría por el departamento de Cajamarca, fracasando en el intento, pus sólo contó con el apoyo decidido y franco de sus paisanos de su querida provincia a la que no olvidaría jamás a lo largo de su vida y por la que luchó siempre abnegada y denodadamente como soldado y ciudadano. Su situación económica empeora hasta el extremo de que tuvo que trabajar en una firma comercial para sobrevivir. Recluído en su modesta casa de Malambo 122, en compañía de doña Manonga Arnaiz, su esposa, de la que enviudaría en 1857, lleno de nostalgia por los hechos vividos se dio a la tarea de escribir su monumental “Historia del Perú”, sin olvidar a su natal Celendín, cuyo progreso no había dejado de interesarle en ningún instante. Después de activísimos trámites y gestiones logró ver a Celendín elevado al rango de Provincia, consiguiendo además, que se inauguraran varias escuelas, la instalación del primer cementerio y otras prebendas más. No se vería defraudado este amor de Cortegana por su patria chica, pues en la Legislatura de 1868 se le elegía como representante de la provincia, expresados en documentos que en partes transcribimos: “PROVINCIA DE CELENDIN: Los ciudadanos
notables y padres de familia y de los distritos
suplican a su benevolente autoridad a que nos
haga la gracia de darnos como Sub Prefecto
propietario al Teniente Coronel Don Juan Basilio
Cortegana, pues al hacerlo así, merecerá de ella
y sus moradores su eterna gratitud.
Las horas finales del héroe ocurrieron al amanecer del día 11 de diciembre de 1877 en que su estado se agravó dejando de existir a las cinco y media de la mañana. El guerrero de Ayacucho descansaba de sus afanes y desengaños en el mundo. Pero así como en su época le cupo una fortuna adversa en el reconocimiento de su valía, en nuestro mundo actual parece destinado al olvido, pues nuestras autoridades no han tenido en cuenta el afán ejemplarizador que significa su vida y no han instituido en el calendario cívico local una fecha dedicada al su homenaje. |
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