TEMAS URGENTES

EDITORIAL

Elecciones municipales,
primer balance

Finalmente la Virgen del Carmen, San Isidro Labrador, el Padre Eterno y toda la corte celestial nos ampararon con su bendición e iluminaron a los electores shilicos, los que, utilizando inteligencia política, pundonor ciudadano y una mente responsable, el pasado domingo apostaron por las que, creemos, son las mejores opciones para todos lo pueblos de la provincia. Esto nos sitúa, en un primer vistazo, ante dos cuestiones positivas.

La primera es, indudablemente, el habernos desembarazado de alcaldes funestos y destructores como Mauro Siles Arteaga en Celendín, Douglas Zegarra en Sucre, y otros, que pretendían la reelección pese a sus cuestionadas gestiones al frente de sus respectivas comunas, sobre todo por su trato ambiguo y subrepticio con la compañía minera Newmont Mining Co. (alias Minera Yanacocha, alias Minas Conga), lo que hacía vaticinar que al final iban a terminar cediendo en todo ante los apremios y exigencias de la minera, que quiere explotar cuanto antes nuestro oro.

En el caso de Celendín, a Siles Arteaga no sólo le debemos una grave alteración del perfil urbano y arquitectónico de nuestra ciudad (puesto que autorizó la construcción edificios "costeños" de varios pisos, hechos "a la diabla" y en pleno centro de la ciudad, con los pisos superiores avanzando sobre la vereda, etc.), sino que, además, culminó "exitosamente" la destrucción de la colina de San Isidro, donde en lugar de colmar el "hueco" abierto en uno de sus flancos, autorizó la construcción de un "mirador" estrafalario delante de la vieja capilla, condenando a muerte a ésta.

El segundo punto positivo es la posibilidad de regresar al punto cero en el trato con la minera, rompiendo con la dinámica entreguista lanzada por los derrotados en los comicios, cuya reelección hubiese significado la continuación y la aceleración de los tratos subrepticios con la empresa, tratos desde todo punto de vista lesivos para los intereses e integridad de Celendín y de sus habitantes.

Aquí quisiéramos dejar sentada una premisa que nos impone la realidad: el trato con la Newmont Mining Co. (alias Minera Yanacocha, alias Minas Conga), interesa no sólo a las autoridades y a los notables de Celendín, sino a todos los habitantes de la provincia, tanto del ámbito rural como del urbano. Tener claro esto es fundamental.

Nadie debe ni puede mantenerse al margen de lo que se decida sobre la cuestión minera, porque en caso de una explotación irresponsable del oro, que privilegie la extracción a la protección de la tierra y los acuíferos, que ponga los costos por encima de la prudencia y la prevención, que obvie las normas internacionales de respeto de Medio Ambiente y burle una política sensata y patriótica de recuperación de impuestos, participación en los beneficios y reinversión en la zona, todos sufriremos las consecuencias. Algunos con más intensidad que otros, por supuesto: los campesinos pondrán un hijo en la mina pero perderán sus tierras o la calidad de sus productos, los citadinos ganaremos algunos puestos de trabajo y perderemos mucho debido a la corrupción. Al final todos lamentaremos el haber descuidado la solidaridad colectiva para enfrentar el problema. El corolario de la premisa está claro: desunidos nada somos, unidos todo lo podremos.

De esto se desprende que un espíritu de Frente Unico de la Provincia debe desarrollarse cuando antes entre los individuos y las instituciones diversas de Celendín. Nuestra asociación, CPM, hace un llamado urgente a desarrollar esta dinámica. Cuando los celendinos entendamos que esta es la actitud correcta, estaremos en capacidad de exigir a nuestras autoridades un trato responsable y mancomunado con la minera, pues la existencia de brechas en las filas del Frente serán aprovechada por la compañía y sus acólitos para sembrar la confusión, para comprar conciencias con dádivas y regalos, para enfrentar a unos contra otros, para romper la unidad en suma. De producirse esto habría un cataclísmico desbande popular que significaría la ruina para la provincia. Pensamos que no será así. Las elecciones del domingo han demostrado que nuestra conciencia crece y que nuestras capacidades de reacción y organización están en marcha.

Todo esto se da en el marco de la realidad tal cual es. Todos sabemos (y la minera en primer lugar) que nuestra provincia es una de las más pobres del Perú, que nuestros campesinos, nuestros jóvenes y en general todos los celendinos necesitamos trabajar. Esto no significa sin embargo que por ello vamos a permitir una expoliación colonial y destructora de nuestros recursos naturales y menos la explotación de nuestros recursos humanos, por la compañía o por sus secuaces, como está ocurriendo en otros puntos del departamento. En los últimos tiempo, en Cajamarca, han surgido nuevas formas de esclavismo disfrazado con el "atractivo" nombre de SERVICES y que no son sino una versión "moderna" de las viejas ENGANCHADORAS. Este sistema es producto del compadrazgo de la minera con algunos avivatos oportunistas que constituyen estas "empresas" para surtir de mano de obra barata a la compañía, que a su vez burla sus obligaciones para con esos trabajadores y para con el Estado. Los dueños de los SERVICES, por supuesto, se enriquecen a costa del sudor ajeno, cantando el refrán infame que dice “el vivo vive del zonzo y el zonzo de su trabajo”.

Que este balance nos permita hacer algunas puntualizaciones. CPM no es “antimina”, como nos tildan aquellos que se llaman "progresistas" y que esgrimen métodos peculiares y hasta recurren al asesinato para imponernos su "progresismo".

Entendemos sin embargo que la existencia de oro y otras riquezas en nuestro subsuelo debe ser motivo para una negociación equitativa y participativa, en la que frente a la minera estén, como ya lo hemos dicho, todos los sectores, todas la fuerzas mancomunadas de nuestro pueblo. Si tiene que haber explotación minera que la haya, pero, ojo, garantizando la intangibilidad de nuestro Medio Ambiente y el justiprecio de la explotación de nuestras riquezas. Que nuestras colectividades no reciban sólo las migajas que son hoy los impuestos y cánones sino que tengan una real participación en los beneficios. A los beatos de la inversión extranjera y de la libre empresa esto los escandaliza. A nosotros, que no estamos por la estatización completa de nuestros recursos (salvo los estratégicos), esto nos parece natural. Estamos por una economía participativa y solidaria, en la que todos, al final, se beneficien del producto de nuestro suelo, no sólo los accionistas de la Newmont Mining Co. Así, en caso de que se autorice la explotación, esto permitiría desarrollar proyectos de envergadura diseñados por todas las alcaldías en su conjunto y con un común denominador: el progreso equilibrado para todos los sectores de la provincia. Obrar en sentido contrario sería atentar contra el porvenir.

En este marco hay que insistir y subrayar la importancia de problema ambiental y de la necesidad de actuar con responsabilidad al respecto. Celendín no sólo es, a futuro, una región minera, sino que es una promesa, ya, en el terreno del turismo cultural y rural, con todos los beneficios que esto puede significar para nuestra población. Por otro lado, todos sabemos que nuestra tierra es un emporio agrícola y ganadero cuyo potencial apenas se vislumbra y que nada debe poner en peligro. Estas posibilidades no hay que matarlas sino protegerlas y desarrollarlas. Actualmente, en el terreno agropecuario, por ejemplo, estamos en desventaja porque las empresas que compran la leche pagan a nuestros campesinos una miseria por litro. He aquí la primera tarea para los nuevos municipios: crear una industria lechera local diversificada y visionaria, que evite el abuso y por el contrario signifique más oportunidades de trabajo para nuestros paisanos. Otro tanto debería hacerse con el sombrero celendino, con iniciativas como la organización de cooperativas de tejedoras, que no sólo garantizarían un pago más equitativo de su trabajo sino una mejor protección de la marca de origen del producto. Para implementar todo esto necesitamos una mejor red vial, que termine con el aislamiento de algunos sectores, además que la energía eléctrica, requisito básico para desarrollar cualquier industria. Capacidad y potencial tenemos, sólo nos falta la mano que nos diga: Levántate y anda. Esa mano tiene cinco dedos: información, organización, unidad, voluntad y fuerza.

Mientras tanto, en este momentáneo "vivac" del combate, debemos felicitarnos por lo ocurrido el pasado domingo, de que al menos en parte la siniestra conjura que se cernía sobre nuestros pueblos haya fracasado. Esto no debe llevarnos, sin embargo, a actitudes triunfalistas, a bajar los brazos y a proclamar victorias cuando aún no ha comenzado la batalla verdadera. Tenemos que mantenernos alertas y vigilantes porque los otros, los del bando contrario, tampoco se van a cruzar de brazos sintiéndose derrotados. No olvidemos que ellos cuentan con un poderoso señor como aliado: Don Dinero, quien todo lo compra, y que se mueve con la energía que dan la ambición y la codicia.

Nosotros, por nuestra parte, más que ambición tenemos sed de justicia. En los últimos meses y semanas hemos sido testigos de los métodos brutales que usan los "progresistas" para “persuadirnos” de que debemos enrolarnos en el neoliberalismo impenitente. Muestra de ello son las tumbas de Isidro Llanos Echevarría y de Edmundo Becerra Cortina, y de otros, y el llanto desamparado de sus familiares. Ante esas tumbas y esos huérfanos queremos decir algo que nos viene del corazón: sus muertes no habrán sido en vano. Estamos seguros que Celendín, un pueblo que siempre se proclamó pacífico y amante del progreso, jamás permitirá que su conciencia quede manchada por la sangre inocente de alguno de sus hijos y hermanos, victimas de maquinaciones y de sicarios que trabajan para los poderosos, para los tiburones de terno y corbata que solo piensan en términos de alza de acciones, de benéficos y ganancias, de oro extraído y vendido en las bolsas mundiales, sin importarles el destino de nuestros pueblos como tales. Estos criminales desearían que en Celendín sólo hubiese gente desesperada y dispuesta a ser explotada, carneada, desearían que no hubiera testigos inoportunos de sus masacres. No es el caso.

Para su mala suerte, Celendín está lleno de testigos vigilantes y cada vez mejor informados. CPM es su primera trinchera.


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