HISTORIA

HISTORIA

El Colegio Javier Prado, un Alma Mater
con historia
Escriben los Profesores Aureliano Rabanal Pereyra y Uladislao Silva Sánchez

ANTECEDENTE HISTÓRICO:

*Celendín, un pueblo con vocación de cultura.

La raigambre hispano-lusitana del celendino, lo perfila como un tipo de hombre aventurero, práctico y emprendedor, características que le impulsan a llevar una vida trashumante, recorriendo ámbitos geográficos propios y extraños y bebiendo en sus incursiones la savia de la cultura de muchos lugares. Su sed de aventura le genera deseos de cultura, ansia de saber y anhelos de progreso.

*Limitaciones en su tránsito a la superación.

La estrechez económica del medio en que se debate la vida del celendino le impidió alcanzar grados superiores de cultura. La pobreza de su medio nativo conspira contra el logro de sus aspiraciones, anulando muchos valores que habrían significado la conquista de mayores metas. No obstante ello, Celendín exhibe con orgullo nombres de personalidades que descollaron en el quehacer cultural, político y económico no sólo de la región sino del país entero.

*Dificultades para acceder a la Educación Secundaria en Celendín.

La educación secundaria en Celendín fue un privilegio para los que tenían holgura económica y enviaban  a sus hijos a los colegios de la capital del departamento o a otras ciudades del país. Pero la gran mayoría no podía enfrentar ese reto que significó la frustración de varias generaciones de jóvenes celendinos. Era clamorosa la necesidad de contar con un colegio secundario en la provincia.

CREACION DEL COLEGIO “CELENDIN”.

Convencidos que la educación era una necesidad prioritaria para Celendín, dos honorables celendinos, prohijaron esta idea luminosa, conscientes de la solidaridad humana y seguros de que en nada mejor puede emplearse la vida que en ayudar al prójimo a salir de la ignorancia. Don Segundo Aliaga Chávez y don Leovigildo Pereyra Salazar, hicieron eco de esa necesidad y en reuniones con los padres de familia, forman el proyecto que es aprobado en cabildo abierto el 28 de febrero de 1937.

Se hicieron las gestiones necesarias en las instancias superiores, mientras simultáneamente, se organizaba el funcionamiento del Centro Educativo: se inscriben los alumnos, se conforma la plana docente histórica que estuvo conformada por los profesores:

Manuel Velezmoro
César Pereyra Chávez
Arístides Merino Merino
Cap. José Ruiz Mejía
Dr. Ignacio de la Riva
Artemio R. Tavera Sorogastúa
Dr. Aladino Escalante
Juan Chávez Sánchez
Dr. Ruperto Pimentel Ortiz
Humberto Pereyra Pinedo
Saúl Silva Sánchez
Alejandro Rojas Díaz
Víctor A, Camacho Marín

Y la plana administrativa integrada por los Srs. Leovigildo Pereryra Salazar como Tesorero y Segundo Aliaga Chávez como Secretario. Se nombra como primer director al Ingeniero Héctor Aliaga Merino. y como director académico al Dr. Aladino Escalante. Un luminoso día 4 de abril de 1937 se inaugura con gran pompa y las clases se inician el 6 de abril del mismo año en ceremonia solemne.

Se encomendaron las gestiones para conseguir la oficialización del Colegio al Presidente del entonces Centro Celendino de Lima, Dr. Artidoro Cáceres Velásquez, quien consigue la dación de la R.M. 4305 del 30/06/37 que aseguraba el funcionamiento del colegio con ciertos condicionamientos, sin causar daño al tesoro nacional.

En cuanto a la infraestructura se ocupa el local de propiedad de la Sra. Emperatriz Rabanal, quien, generosamente lo cede por tiempo limitado, cumplido el cual fue necesario cambiar de local a la casa de don Manuel Merino, de donde, y gracias a la generosidad del filántropo celendino Don Augusto G. Gil Velásquez, se retorna al local inicial comprado expresamente para donarlo al colegio.

Las necesidades de mobiliario, material didáctico, pago de profesores y demás fueron cubiertos por aportes de los padres de familia, personas solidarias y, sobre todo, por la voluntad de Don Augusto que en todo momento estuvo atento a cubrir esas necesidades.

Se suceden en esa primera etapa heroica en la dirección del plantel los Srs: Farm Daniel Quiroz, Farm, Manuel Rabanal, Dr. David Sánchez Infante y el Sr. Víctor A. Camachjo Marín. Es de recalcar la crisis que se produce el año 1938 con la dación de la R.M. 4305 que disponía el cese inmediato de los profesores que tuvieran otro cargo y la supresión de la sección femenina, situación que felizmente fue superada.

NACIONALIZACION DEL COLEGIO SECUNDARIO.

Como sucede en todo orden de cosas, las rencillas políticas entre “chavistas” y “merinistas” pugnaban por aparecer como abanderados de ese anhelo de nacionalización del Colegio, la misma que se obtiene por R.S 814 de 1945 que consigna la Nacionalización del plantel con el nombre de COLEGIO NACIONAL “JAVIER PRADO”, siendo su primer Director en esta nueva etapa el Dr. Juan Ruíz Mostacero y se incorporan nuevos profesionales de la educación como: Mario Castillo, Camilo Cachay, Alejandro Chávez, Aureliano Rabanal, Alejandro Peña, Orestes Tavera Quevedo, Emiliano Haro, Edmundo Rabanal, Uladislao Silva Sánchez, Tarcisio Bazán, Luis Rojas, Américo Aguilar, Teodoro Mellado, Dalila Marín Díaz, Pedro Heredia y los sacerdotes Mariano Rabanal y Manuel Quiroz Velásquez.

Esta es la época de mayor apogeo del “Javier Prado” que cumple con creces su papel de alma máter de la metrópoli con respecto a sus distritos. Muchos estudiantes de toda la provincia se forjaron en sus aulas y dieron lustre y renombre al colegio erigiéndolo como uno de los mejores del norte de la patria.

Al director Ruiz Mostacero sucedieron ñdesde 1945 a 1966- los directores: Julio Alarcón, Estenio Torres, Leoncio Blanco, Víctor Villa, Josué Méndez, Francisco Boza, Eloy Arriola Senisse,. Alberto García, Ramiro Peralta y Mario Márquez Zorrilla, destacando entre todos ellos, por su dinamismo y conducción pedagógica los directores Estenio Torres Ramos y Eloy Arriola Senisse.

Durante el gobierno del Arquitecto Belaúnde se eleva al Colegio Nacional “Javier Prado” a la categoría de Gran Unidad Escolar con el nombre que hasta hoy ostenta: “Coronel Juan B. Cortegana”. 

NUESTRA GRATITUD

A los maestros que fueron conscientes de su poder inmenso sobre la vida: Artemio R. Tavera Sorogastúa y Arístides Merino Merino, y al filántropo celendino Augusto G. Gil Velásquez, hombre convencido de que hasta las rocas vierten lágrimas por los niños que padecen hambre mientras otros mueren de hartura.


Comentarios
Consulte el índice y subíndices