TEMAS URGENTES


Los celendinos hacemos todo al revés.
¿Y si dejáramos de hacerlo?
Escribe Víctor S. Chávez Velásquez

"Somos al revés de los cristianos"

Los shilicos somos víctimas consentidoras y resignadas de todo lo que nos pasa, es lo que nace en mi conciencia tras leer con mucha atención y no menos preocupación los comentarios que publica Celendín Pueblo Mágico sobre la problemática de nuestro pueblo, razón que me ha inducido a participar en este debate.

Sí, es preocupante la visión caótica de las construcciones que alteran el perfil urbano que antaño caracterizaba a nuestra amada ciudad. Es una pena constatar que quedan ya sólo en el recuerdo las callecitas empedradas y las señoriales casonas de paredes blanqueadas. Y debo confesar que he sentido vergüenza ajena al ver que dentro de las construcciones que "afean" el perfil urbano está la de un conocido. Sucede que, como yo digo: "los celendinos somos al revés de los cristianos" (esto en el sentido que nuestros mayores daban a la palabra "cristiano": ser humano, ser racional, por oposición a las bestias). A los profesionales algunos nos convocan para sugerir, dar ideas o hacer proyectos y terminan haciendo todo lo contrario. Esto desgraciadamente es una práctica común, tanto a nivel del gobierno municipal, como de las instituciones, e incluso en el ámbito familiar. Y esto incluye a las llamadas asociaciones pro construcción de tal o cual obra, con muy honrosas excepciones, como es el caso del comité del barrio de Colpacucho, cuyos miembros aceptan sugerencias y las llevan a cabo en un trabajo conjunto de vecinos y autoridad municipal, gracias a lo cual aún podemos ver en pie la torre de la Iglesia y bien mantenido el interior del templo.

Gran parte del caos urbano que impera en Celendín se debe a la desidia de las actuales autoridades municipales. Por supuesto, alguna culpa tiene también la población de Celendín, puesto que son los habitantes los que dejan pasar las cosas y eligen a las autoridades deficientes que arruinan la ciudad. Hasta el momento, los celendinos hemos demostrado que somos incapaces de ejercer nuestro derecho a utilizar algunos mecanismos que la Ley de Municipalidades contempla en estos casos, como son la participación ciudadana en los actos de gobierno de la ciudad, la revocatoria de autoridades o la convocación de cabildos, entre otros.

Frente al caos y la destrucción debe ser una preocupación del próximo gobierno municipal organizar una Dirección de Desarrollo Urbano; el crecimiento desmesurado y caótico de la ciudad así lo amerita. Quienes hemos tenido que plantear algún proyecto en Celendín y hemos recurrido al municipio, no hemos encontrado a nadie que nos brinde la información mínima requerida para empezar a esbozar el anteproyecto arquitectónico. En la alcaldía de Celendín nadie es capaz de dar razón acerca de retiros, alineamientos de fachada, área de lote normativo, altura de la edificación, coeficiente de edificación entre otros (lo que explica lo que esta ocurriendo en la ciudad). Estos requisitos, en suma, no son otra cosa que los parámetros urbanísticos y edificatorios, indispensables y obligatorios, que se debe aceptar y respetar antes de proyectar una construcción, cualquiera que sea. Debo hacer hincapié que en el mes de junio del presente año fue aprobado el nuevo Reglamento Nacional de Edificaciones, el cual norma todo el quehacer constructivo en el ámbito del territorio nacional; las reglas pues están dadas falta ponerlas en práctica. A ellas naturalmente habría que agregarles las de caracter cultural, que imponen el respecto del carácter arquitectónico y urbano de una ciudad como la nuestra, que es uan de las tantas que tal vez debería ser declarada Patrimonio de los Peruanos por el INC.

Las nuevas autoridades también tendrán que trabajar para lograr elaborar el catastro de la ciudad, esto permitiría tomar decisiones técnicas y trazar estratégicas a mediano y largo plazo, para el desarrollo urbano de la ciudad. Cuántos de los ciudadanos de Celendín estarán de acuerdo con ello, no lo sabemos, pues eso implica que al haber un registro, todos tendrán que tributar, generando recursos con los cuales el municipio pueda seguir haciendo obras . Debe ser también preocupación de la próxima administración municipal encontrar una solución al problema del agua potable, el cual se está agravando cada día con el aumento de la población de la ciudad.

Actualmente, quiénes estamos, por cuestiones de nuestra profesión, involucrados en el ámbito de la construcción, y así lo estipula el nuevo RNE, en forma previa a la elaboración de un proyecto arquitectónico debemos tener el certificado de parámetros urbanísticos y edificatorios, así como el título de propiedad. Esto nos llevaría a solucionar el problema relacionado con el registro de todos los predios, lo que tengo entendido está en proceso de implementación en Celendín, aunque, en plena descentralización, todavía hay que seguir los trámites en Cajamarca. Esperamos en el futuro se solucione de tal manera que hagamos todo el trámite en Celendín.

Esto viene a colación por que mucho del desorden del perfil urbano de la ciudad se debe a que los antiguos lotes se están subdividiendo sin contar con un criterio técnico. A la larga esto está permitiendo que se instale y prolifere la tugurización y el hacinamiento, que a su vez irá en detrimento de la calidad de vida de los ocupantes de dichos sublotes. A esto sumamos el hecho que muchos de los pseudo proyectistas que operan actualmente no son personas calificadas para desarrollar proyectos arquitectónicos, labor que recae, de acuerdo a ley, en los Arquitectos Colegiados, y no en dibujantes de planos o incluso de ingenieros cuyo ámbito de intervención se debe circunscribir al desarrollo de su especialidad; vale decir, estructuras, instalaciones sanitarias o instalaciones electromecánicas.

Respecto a temas tristemente famosos como son el "mirador" y el llamado "hueco" de San Isidro debo decir algo. Considero que el asunto del "mirador" ya es un caso cerrado, pues el mal ya está hecho y nunca nos pondremos de acuerdo respecto a la calidad estética de la obra, puesto que no todos reaccionamos de la misma manera cuando apreciamos (conservando las proporciones) un Kandinski, un paisaje, la Mona Lisa o una escultura de Rodin o Miguel Angel (el de Florencia, por supuesto). Quizás lo que menos abunda en su favor es su emplazamiento. Considero que el efecto hubiese sido menos brutal si se hubiera ubicado la obra en uno de los lados de la capilla. Alguno ha sugerido que su sitio era la "fila" de Jelig. Finalmente, y para decirlo todo, en lo que sí se les fue la mano es en el hecho de haber colocado la imagen del enorme Cristo por encima del nivel de la colina. Esto no hace más que corroborar el afán de los celendinos por hacer las cosas exageradamente grandes y fuera de escala. Si no, recordemos cómo, a inicios de la década de los 60, el siglo pasado, nos trajimos abajo las torres de la austera y bella iglesia construida con la nobleza del adobe, madera y tejas para, en su lugar, erigir una "majestuosa", dizque "catedral" de tres puertas, a sabiendas que nunca sería posible ni permitido abrirlas. Las torres proyectadas eran tan desmesuradamente altas y fuera de escala, que creo fue la falta de presupuesto lo que obligó a reducir en un cuerpo su altura. Ahora, mal que bien, las torres han terminado por formar parte de la "estenografía" del paisaje de Celendín, convirtiéndose en una especie de icono de la ciudad; aunque la procesión venga por detrás, con el techo de la nave a punto de colapsar, cualquier día de estos. Menos mal que Dios es shilico, sino...

No contentos con ello, y siempre movidos por un afán modernizador, nuestras autoridades siguieron permitiendo los desatinos. A alguien se le ocurrió hacer aterrizar un objeto extraño en la Plaza de Armas y, por supuesto, lo autorizaron. Y, como no podía ser de otro modo, terminó por arruinarla, la vieja pileta incluida. Y, como si no fuera suficiente, pensando que nos hacían un favor a la vista, haciéndose "los puntillosos" sembraron literalmente la plaza de mármol, de mármol "troceado". Nadie tiene esto en el mundo, ni siquiera las ciudades cercanas a minas de mármol mejor y más ricas. Las buenas intenciones acompañadas del delirio de grandezas siempre tienen como resultado lo peor...

Por la misma época, los celendinos (una minoría irresponsable, es cierto, no todos) nos dedicamos a escarbar y a sacar la arena de las entrañas del cerro tutelar de la ciudad y no hemos parado hasta hacer el "hueco" tan grande y tan feo que tenemos y que ahora tanto nos avergüenza a todos. Una vez más tenemos que llorar sobre la leche derramada. ¿Qué hacer para solucionar esto? ¿Llenarlo? Por allí veo que alguien quiere echarle tierra y taparlo. Esto me parece un despropósito; máxime si vemos que las áreas libres son exiguas en la ciudad. Démosle vuelta a la cachanga. Por una vez seamos creativos pero también responsables. Que las nuevas autoridades convoquen la opinión y el talento de técnicos, artistas , profesionales, del público de Celendín y de los paisanos de fuera. Que se haga algo que nuestro actual alcalde no hizo antes de autorizar el famoso "mirador", que se convoque a un concurso público de ideas y de proyectos, con el premio honorífico de un diploma, para quienes propongan una solución estética para el "hueco", una solución que además le dé un uso al estropicio y lo convierta en algo que vaya en beneficio de la ciudad. Propongo por mi parte que sea utilizado como un área destinada a la recreación o, en su defecto, que se haga florecer allí un jardín botánico. No faltarán ideas acerca del uso que se le pueda dar, el cual, con un adecuado tratamiento paisajístico, minimizaría el deplorable espectáculo que ahora presenta.

Espero haber contribuido al juego de opiniones que puede ayudar a Celendín.

Víctor S. Chávez Velásquez

Arq. C.A.P. 8120

vitoch_3@hotmail.com


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