HISTORIA

ARQUEOLOGIA

Las ruinas de La Chocta
Escribe Moisés Chávez Velásquez

Las ruinas de La Chocta se encuentran situadas en el cerro La Chocta, que se levanta, en el distrito de Oxamarca, provincia de Celendín, en el norte del Perú, a más de 3 320 msnm. Aquì termina abruptamente el ramal de los cerros del Callejón, que, un poco más allá, desciende hacia el precipicio que cobija el lecho del río Miriles. La distancia de La Chocta a Oxamarca es de unos 10 km. Se requiere unas dos horas para llegar hasta las ruinas.

La ubicación de La Chocta -si juzgamos a este centro arqueológico como una capital preincaica- reúne todos los recursos estratégicos de defensa y abastecimiento. En la ruta interandina de Celendín, que se extiende desde Chalán hasta La Chocta, no hubo otro lugar que reuniera tantas condiciones favorables.

En el territorio de Oxamarca, el mejor abastecido por productos de todo tipo de clima, el sitio de la Chocta constituía el punto de concentración económica que requería una capital; concentraba todas las actividades agrarias de Choctapampa al norte, de la Quinua al sur, y de Oxamarca y El Trapiche al noroeste. Por tanto, la Chocta fue un Terminal terrestre en donde convergían todos los caminos que atravesaban el territorio de Celendín.

Desde el punto de vista de la defensa, La Chocta se presenta como el punto de más difícil acceso por el occidente, si acaso pudiera producirse un conflicto tribal con los Caxamarcas, cuyos límites pasaban por Mishacocha y Cumullca. Su inaccesibilidad y su proximidad, la convirtió, por el oriente, en una acrópolis inexpugnable, con un vasto dominio visual sobre el territorio de los Chachapuyas.

Es una incógnita como la capital pudo abastecerse de agua. Es posible que supieron utilizarlas aguas de las quebradas de La Quinua o Dungultranca. En síntesis, los antiguos pobladores de Celendín nos han demarcado un derrotero estratégico como senda del progreso. Y dentro de las necesidades del sistema vial, nos indican que el Terminal de la carretera Sucre - Oxamarca debe alcanzar el cerro La Chocta, como centro turístico.

LAS FASES DE OCUPACION DE LA CHOCTA.

Una hipótesis de trabajo, producto prematuro de una observación de los restos arqueológicos es lo que exponemos a continuación: En su primera fase, la cima de La Chocta parece haber servido a extrañas exigencias rituales y funerarias, acaso de los señores más poderosos de la comarca. De esta fase subsisten unas chulpas, muy distintas a las de otras partes del Perú, y extrañas a las tradiciones de los caxamarcas en general. Todo indica que se trata de una etnia o grupo tribal bien definido, cuya nobleza se concentró en la zona. Especial inquietud causó en el Dr. Tello la existencia de chulpas pequeñas, destinadas a niños.

Pero aquel gran cementerio, no era considerado como un lugar de hacinamiento de  muertos, sino como un lugar donde los muertos viven. La forma de las chulpas, como casas con techos a dos aguas, construidas de dos o más pisos, con compartimientos o habitaciones, ha de ilustrarnos sobre el tipo de casa en que vivían los vivos. Sólo que las chulpas, hechas de materiales imperecederos con el propósito de que fueran moradas eternas, se han conservado hasta nuestros días.

En una segunda fase, se construyó una ciudad, respetando las chulpas y edificando otros monumentos junto a ellas. Se edificó más de un santuario en el témenos; se dispuso una muralla masiva con un solo punto de acceso y se fortificó el acrópolis. Juntamente se dispuso en el área entre la fortaleza y el témenos un área de viviendas ahora completamente destruidas, de las cuales atestiguan los restos de cerámica utilitaria, los batanes y los morteros, aparte de otros restos del quehacer doméstico.

Es prematuro aseverar si existe alguna interfase después de la segunda fase. Los restos de cerámica tripódica, como observa Reichlen tienen un vector de difusión normeridional, paralelo a Cajamarca III, acaso marcando la llegada de elementos migratorios del norte. Igualmente, la ubicación de un santuario semipiramidal a semejanza del Templo de las Inscripciones de Palenque, vendría a corroborar en el sitio las hipótesis de Paul Rivet.

La última fase de La Chocta data del periodo incaico tardío, y está representada por la arquitectura de los muros de la “Fortaleza de Cápac Yupanqui”. Hay también puertas y ventanas de trazo trapezoidal, y edificios como el complejo circular que denominamos “Anfiteatro Tello”.

En general, las ruinas a pesar de su marcado deterioro y de estar ocultas entre los escombros y la maleza, revelan una impresionante fisonomía que se yergue como queriendo alcanzar el cielo, para dominar en hidalga lozanía los pueblos ribereños del Marañón. Las cauchas han crecido en las hendijas entre muros; rojas, anaranjadas y verdes, como bordando un caprichoso tapiz.


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